Menos albergó
hoy el mejor partido de lo que llevamos de torneo. La Italia de
Cesare Prandelli se enfrentaba a Inglaterra y el desparpajo de la
nueva hornada de futbolistas salidos de las islas británicas. Se
esperaba un partido correoso, en el que ninguno quisiese arriesgar lo
más mínimo.
Hodgson planteó
el partido de forma controvertida introduciendo de inicio a Danny
Welbeck en lugar de Lallana, del Southampton, que se presuponía
titular. Por el lado azzurro,
se caía Gianluigi Buffon debido a molestias en el tobillo derecho,
por lo que Salvatore Sirigu, que a la postre realizó un gran
partido, defendió la meta italiana.
El
planteamiento italiano obedeció a la filosofía que Prandelli lleva
intentando introducir en la escuadra italiana desde su llegada en
2010. Mover el balón de un lado a otro. Iniciando en los laterales,
continuando en Veratti que jugaba con Pirlo para que este organizase
el resto de la jugada. Normalmente los pases interiores hacia
Candreva, que bajaba a recibir y a abrir huecos para las entradas de
Marchisio y Balotelli al área y de Darmian y Chiellini en las
bandas.
Inglaterra
ante el dominio de balón por parte de Italia se conformará con
agazaparse en su campo listos para salir a la contra por medio de los
rápidos futbolistas que los británicos tienen de tres cuartos de
campo en adelante. Sterling, Rooney, Welbeck o Sturridge pondrán en
serios aprietos a la defensa de Prandelli, en la que un despistado
Paletta provocará un boquete que tendrán que solventar, en la
segunda parte, los mediocentros, juntando las líneas.
En
el minuto treinta y cinco, una jugada de estrategia termina con un
disparo raso de Marchisio que tras pasar bajo las piernas de Jagielka
va directo a las redes de la portería inglesa. Inglaterra, lejos de
derrumbarse ante el golpe, reacciona rápido y un pase en largo de
Henderson hacia Wayne Rooney deja a este solo en el costado
izquierdo, que pone un balón al área que Sturridge remata a placer
para devolver las tablas al marcador. Así llegamos al final de la
primera parte, igualada, aunque con claro dominio italiano.
La
segunda parte comienza como terminó la primera, con posesión
azzurra y dominio del
balón. Pronto, Inglaterra empezará a alcanzar la portería de
Sirigu que tendrá que realizar buenas paradas (que podrían servirle
para continuar en la titularidad ante Costa Rica) para salvar al
combinado italiano de encajar gol. Gran parte del bajón en el juego
italiano es debido al bajón físico de Pirlo, que se ve agotado en
los momentos en los que el partido se convierte en un ida y vuelta
constante. Una buena jugada colectiva que termina con un centro
maravilloso de Candreva y un remate potente de Balotelli que pone el
tercer gol del partido, segundo para Italia, en el marcador. Con más
de treinta y cinco minutos por jugarse Inglaterra toma la iniciativa
definitivamente y saca a jugar a su más talentoso mediapunta, Ross
Barkley, que aportará desequilibrio y provocará que los centrales
salgan de sitio hasta el momento en el que Italia se replega
totalmente. Esto provocará que la necesidad de Italia de ganar
físico en el mediocentro haga a Prandelli sacar a Veratti por Thiago
Motta, que pasará bastante desapercibido en el partido, y también a
Paroto por Candreva, con el mismo objetivo.
Hay que hacer mención
especial al partido de Mario Balotelli que jugó de forma
inteligente, sacando de su sitio a los centrales y trabajando para el
grupo. Esto le llevó a ser sustituido por Ciro Inmobile que no tuvo
su mejor partido en los veinte minutos que estuvo en el campo.
Inglaterra buscó con Wilshere y Lallana concentrar toda su calidad
cerca del área italiana pero ya de poco serviría, ya que bien
conjuntado el conjunto italiano se mostró infranqueable. De hecho,
Andrea Pirlo tendría en los minutos finales un disparo de falta que
terminaría estrellado en el larguero de la portería que defendía
Joe Hart y que podía haber supuesto la sentencia a un partido
igualado y muy entretenido, al que podemos considerar el mejor
partido de lo que llevamos de Copa del Mundo.
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